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Sólo unos pocos demócratas se mantuvieron fieles a sus principios.

Raúl Ricardo Alfonsín tenía 49 años el miércoles 24 de marzo de 1976, cuando un golpe de estado derrocó a la Presidenta Isabel Perón, comenzando así uno de los procesos más crueles y violentos de la historia argentina.

Raúl Alfonsín era líder de la línea interna “Renovación y Cambio”, oposición en la Unión Cívica Radical a la corriente “Línea Nacional” que tenía a Ricardo Balbín como su máximo exponente. El golpe del 76 lo encontró en el cargo de diputado nacional electo en 1973.

El 18 de diciembre de 1975, tres meses antes del golpe militar contra el gobierno de Isabel Perón, Alfonsín fue uno de los fundadores de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), la primera organización creada en la Argentina para hacer frente a las violaciones de los Derechos Humanos que por entonces comenzaron con la actividad de la denominada “Triple A” (Alianza Anticomunista Argentina, fundada por José López Rega).

Ya durante la dictadura, Alfonsín fue abogado, gratuitamente, de perseguidos políticos a favor de presentar recursos de hábeas corpus para intentar preservar la vida de los detenidos, muchos de ellos luego desaparecidos.

En 1976 fundó y dirigió la revista “Propuesta y Control”, única revista política que denunciaba lo que sucedía en aquellos primeros años del gobierno militar.

Y durante la Guerra de Malvinas, fue uno de los pocos dirigentes políticos de renombre que se opuso a esa acción bélica, considerándola un intento de la cúpula militar por mantenerse en el Poder.

Coherente con esta conducta de valores democráticos, asumió como Presidente de la Nación, el día de los Derechos Humanos. Así lo recordaba en su discurso dirigido a una Plaza de Mayo colmada.

“Una feliz circunstancia ha querido que este día en que los argentinos comenzamos esta etapa de 100 años de libertad, de paz y de democracia, sea el Día de los Derechos Humanos. Y queremos, en consecuencia, comprometernos una vez más: vamos a trabajar categórica y decisivamente por la dignidad del hombre, al que sabemos hay que darle libertad, pero también justicia, porque la defensa de los derechos humanos no se agota en la preservación de la vida, sino además también en el combate que estamos absolutamente decididos a librar contra la miseria y la pobreza en nuestra Nación”.

En la primera semana de su gestión presidencial produjo dos hechos trascendentales que fortalecieron su compromiso con los Derechos Humanos.

El 13 de diciembre de 1983, el Presidente Raúl Alfonsín, firma el decreto 158/83, por el que instruye al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas la promoción de una causa contra los miembros de las tres primeras juntas militares, que gobernaron luego del golpe del 24 de marzo de 1976.

Por primera vez, militares latinoamericanos que planearon y realizaron un golpe de Estado contra un gobierno constitucional, fueron enjuiciados y condenados por un tribunal civil.

Y el 15 de diciembre, Alfonsín también crea la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), con el objetivo de investigar las graves, reiteradas y planificadas violaciones a los derechos humanos durante el llamado Proceso de Reorganización Nacional.

Luego se sucedieron distintos planteos castrenses, por las permanentes citaciones a juicio de militares subalternos. Llegó Semana Santa de 1987 en un clima de máxima tensión. La joven e indefensa democracia no pudo oponer resistencia adecuada a la rebelión “carapintada”.

Así llegaron las leyes de punto final y obediencia debida, que en la práctica desincriminaron a todos los integrantes de las Fuerzas Armadas de grado inferior salvo por casos de violación, sustracción y ocultación de menores o sustitución de su estado civil y apropiación extorsiva de inmuebles.

Se necesitó mucha valentía para enfrentar con herramientas legales el gobierno de los dictadores y después, una profunda convicción para retornar a toda una sociedad a la vida democrática. Y la valentía debió transformarse en heroísmo, para reconocer que no se podía presionar más, sin volver a poner en riesgo la democracia tan duramente conquistada.

Es en momentos difìciles cuando se descubre la grandeza de los hombres. Y es en esos momentos y esas decisiones, cuando la figura de Raúl Alfonsín se agiganta, en su concepción humana, polìtica, y que resulta fundamental destacar cuando estamos transitando el año en que cumplimos tres décadas de democracia argentina.



Ente de Municipios y Comunas UCR.


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